Traer al mundo un niño no es
una tarea fácil, y es aún más difícil si tiene alguna discapacidad o
enfermedad... Para muchos la opción de elegir no está en sus manos, pero hay
otros que consciente de todo, adoptan a niños con discapacidades. Hoy, veremos
una entrevista realizada a un matrimonio que tomó la decisión de adoptar a dos
niños con síndrome de Down...
Veremos por qué tomaron esa decisión, qué sentimientos afloran, cómo es el día a día de un niño con síndrome de Down...
A continuación, os facilitamos la entrevista mencionada, pero no sin antes agradecer a dicho matrimonio su tiempo y dedicación, gracias por todo.
- ¿Por qué decidisteis adoptar a un niño con Síndrome de Down?
Nuestra primera decisión
fue, en vez de tenerlos biológicos, adoptar a nuestras hijas e hijos.
Lo de adoptar a uno con
Síndrome de Down no ocurrió hasta nuestro cuarto hijo. De hecho cuando
iniciamos los trámites para adoptar a la primera, cuando me preguntaron si
estaría dispuesto a adoptar a alguno con alguna minusvalía, mi respuesta fue
que dependía del tipo de minusvalía y puse como ejemplo el Síndrome de Down
como el tipo de minusvalía para la cual no me sentía preparado.
Cuando
fuimos a por el cuarto hijo o hija, aunque inicialmente no nos lo ofrecieron
como opción, tuvimos conocimiento de la existencia de un niño con Síndrome de
Down (A.). Fue a partir del conocimiento de que existía A. y de que se iba a
quedar sin familia porque no lo estaban ofreciendo en adopción, que nos
planteamos desprendernos de todos nuestros temores y ofrecernos para que
formara parte de nuestra familia.
Luego
con el quinto hijo la decisión de adoptar otro niño con Síndrome de
Down sí que fue premeditada. Cuando tuvimos conocimiento de que había otro niño
con Síndrome de Down adoptable fuimos a por él conscientes de que como hermanos
A. y M. podrían encarar en mejores condiciones la soledad a la que se enfrenta
cualquier “diferente” ante la “normalidad” envolvente.
- ¿Cómo os preparasteis para recibirlo? ¿Cuáles son los primeros sentimientos que surgen? ¿ Recibís ayuda, de dónde?
La preparación para
recibir a A. empezó desde el primer día en que supimos que existía.
Reflexionamos mucho en cómo podía afectar a nuestra familia, a nuestras vidas,
nuestro futuro, su futuro, …
Hablamos con personas
que tenían hijos con Síndrome de Down, con las Asociaciones existentes, …
Una
vez tomada la decisión, al ponerla en conocimiento de nuestro entorno más
amplio, tuvimos que combatir el mensaje de aquellas personas que en su afán de
protegernos nos querían hacer desistir de ella.
En
toda adopción siempre hay un periodo de tiempo de adaptación mutua,
padres-hijo/a, pero en el caso de un niño con Síndrome de Down además hay que
adaptarse a su diferencia. Por ejemplo, a parte de sus rasgos característicos
que un padre o madre acaba no viendo, suelen tener un tono muscular muy bajo
(A. era tan “blando” que parecía que se me iba a desparramar de mis brazos). En
un principio puede resultar incómodo pero luego te haces a ello.
Normalmente
el primer sentimiento de los progenitores ante un hijo o hija con
cualquier minusvalía es el de rechazo, y luego también el de culpabilidad. En
nuestro caso, al ser adoptantes, en este sentido se podría decir que
fuimos privilegiados, no nos surgieron estos sentimientos.
Las dos asociaciones que
en Bizkaia atienden a las personas con Síndrome de Down, Gorabide (también
atiende a otras minusvalías) y la Fundación Síndrome de Down del País Vasco,
ofrecen algunos servicios que son un apoyo para los usuarios y sus familias.
Ahora bien, la verdadera ayuda se recibe en las reuniones con otros padres y
madres, en donde se ponen en común vivencias y experiencias parecidas, y son un
soporte moral muy importante, sobre todo al principio.
- ¿Cómo es el día a día de un niño con Síndrome de Down?
Uno de los factores que
puede hacer el día a día algo distinto al de los demás niños es que suelen ser
niños más “frágiles”, en el sentido que son más susceptibles de padecer algunas
enfermedades, cardiopatías, etc… y ello conlleva muchas más revisiones y
visitas al médico que otros niños.
Otro es que llevan su
minusvalía en la cara, esto suele ser un inconveniente aunque también podría
ser una ventaja. Sería ventaja si una vez reconocidos el entorno
supiera tratarlos con naturalidad y respeto, pero suele ser un inconveniente
porque este desconocimiento suele derivar en distanciamiento y marginación, e
incluso en algunos casos en burla y acoso.
A mí, poder convivir con
ellos me aporta muchas satisfacciones, pero además me reafirma en el
sentimiento de que no hay nadie que valga más que otro. Cada cual tiene sus
capacidades y muchas veces, los que nos consideramos normales, no sabemos ver las
cualidades de los que son diferentes.
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